La aerolínea Spirit Airlines anunció que retirará casi la mitad de su flota actual como parte de un amplio proceso de reestructuración bajo el Capítulo 11 de bancarrota. El plan implica devolver cerca de 100 aviones y rechazar 87 contratos de arrendamiento de aeronaves, además de salirse de varios acuerdos relacionados con aeropuertos y servicios en tierra.
Según reportes de AVweb y Reuters, Spirit también alcanzó un acuerdo con el arrendador AerCap, mediante el cual devolverá 27 aviones y recibirá una compensación de 150 millones de dólares. La aerolínea busca reducir costos, generar liquidez y adaptar su tamaño a una demanda más débil de lo previsto.
El anuncio llega en un momento difícil para el sector de bajo costo en Estados Unidos. Tras años de expansión, el modelo “ultra low cost” enfrenta márgenes reducidos, competencia feroz y una demanda que no ha repuntado al ritmo esperado. Los directivos de Spirit han reconocido que las tarifas más bajas ya no compensan los costos crecientes de mantenimiento, arrendamiento y combustible.
A esto se suman los problemas técnicos de los motores Pratt & Whitney en parte de su flota Airbus A320neo, que han causado retrasos y gastos adicionales. En conjunto, estos factores han erosionado la rentabilidad de Spirit, que ya se había declarado en bancarrota a principios de este año antes de intentar sin éxito una fusión con JetBlue.
La reducción de flota conllevará una importante contracción operativa. Spirit planea suspender cerca de 40 rutas y retirarse de más de una docena de aeropuertos dentro de Estados Unidos. Entre los recortes confirmados se encuentran la salida de Bradley International Airport (BDL) en Connecticut a partir del 31 de octubre de 2025, y del aeropuerto de Minneapolis–St. Paul (MSP) el 1 de diciembre.
El impacto laboral también será significativo. Se estima que alrededor de 1,800 tripulantes de cabina serán puestos en licencia sin sueldo (“furlough”) a partir de diciembre, mientras la empresa evalúa nuevas reducciones en su plantilla y renegocia contratos laborales a través del tribunal de bancarrota.
Para mantener operaciones durante este periodo, Spirit ha obtenido un financiamiento temporal de hasta 475 millones de dólares, que servirá para cubrir gastos operativos mientras avanza el proceso judicial.
Aunque la reestructuración busca garantizar la supervivencia de la aerolínea, el camino es incierto. Los acuerdos de devolución de aeronaves y la renegociación de arrendamientos todavía requieren aprobación judicial, y cualquier demora podría afectar las operaciones regulares. Además, una flota más pequeña limitará su capacidad para competir frente a rivales como Frontier, Allegiant, y las aerolíneas tradicionales que han fortalecido sus operaciones de bajo costo.
A corto plazo, los pasajeros podrían enfrentar cancelaciones, ajustes de horarios y una red más limitada de destinos. Sin embargo, si Spirit logra estabilizar su estructura financiera, podría emerger como una compañía más ágil y enfocada, aunque con menor presencia en el mercado estadounidense.
La decisión de Spirit Airlines de reducir su flota casi a la mitad marca un momento decisivo en la historia de la aerolínea y del modelo “ultra low cost” en Estados Unidos. Esta drástica medida refleja los retos de operar en un entorno de costos elevados y competencia intensa, donde el equilibrio entre crecimiento y rentabilidad se ha vuelto cada vez más frágil.
El tiempo dirá si este nuevo capítulo le permitirá a Spirit volver a volar con estabilidad o si será recordado como el comienzo de su declive definitivo.







